Y en plena gravedad cero, se marca este inspirador discurso: “A todos los niños de ahí abajo. Una vez fui un niño con un sueño, mirando hacia las estrellas, ahora soy un adulto en una nave espacial mirando hacia nuestro hermoso planeta Tierra. A la próxima generación de soñadores… si nosotros podemos hacer esto, imaginen lo que ustedes pueden hacer”.
Me pregunto qué hubiese sido de Richard Branson si no hubiese confiado en su día en Mike Oldfield y su Tubular Bells…