Me ha recordado al día que circulé por la carretera de Sa Calobra, en Mallorca. Iba acojonado pero no por mi, sino por los autobuses que me cruzaba, que iban a toda leche (la confianza de conocerse el camino).
El trayecto en bus que va desde Costa Amalfitana a Conca dei Marini es todo un espectáculo. Y no lo digo por el paisaje, sino por las sinuosas y estrechas carreteras. Y los chóferes tan tranquilos.