Cuando le pides a tu novia una propina para la bailarina Bravo por la novia, generosa y nada celosa. Eso sí, ojo a la esnifada de dedos de nuestro amigo. Esa mano no se la va a lavar en una semana.
— Pero vamos a ver, ¿qué quieres hacer? — Yo me subo así y tú me agarras las piernas. Ya verás, ya… Total, ¿qué podría salir mal?