En 1971, el astronauta David Scott dejó caer simultáneamente un martillo y una pluma en la Luna, verificando algo que Galileo teorizó hace 400 años (todos los objetos caen a la misma velocidad independientemente de la masa).
Al estar en un vacío sin resistencia al aire, la pluma cayó al mismo tiempo que el martillo. Galileo tenía razón.