«A mi padre le han regalado por su cumpleaños una especie de cárcel para móviles, una caja con cierre temporizado. Mi hermano hizo la gracia de meter ahí el móvil de mi hermana y ella, jugando con la caja, no paró de girar ese gran dial central, sin saber que en realidad estaba incrementando más y más el tiempo de apertura. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, estaba riendo y llorando a la vez. Más de 2 días tuvo que esperar para recuperar su móvil».
Un invento brillante y una pesadilla para cualquier adolescente.