En una noche de agosto de 1983, James Brown actuó en el Beverly Theater de Hollywood y contó con las apariciones improvisadas e inesperadas de dos invitados que estaban en el público: Michael Jackson y Prince.
Tras una larga introducción, James Brown invita a Michael Jackson a subir al escenario. El cantante acepta, coge el micrófono y hace una buena imitación de Brown, seguido de sus característicos pasos de baile, incluyendo su famoso “Moonwalk”. La audiencia, por supuesto, enloqueció.
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Tras el baile, Jackson le susurra algo al oído a James Brown, algo que revela al público: “Michael acaba de insistirme que llame a subir a Prince. ¡Prince!”. El intérprete de “1999” y “Purple rain” aparece entre el público subido en la espalda del portero de la sala. Sin embargo, a diferencia de Brown y Jackson, Prince no parece del todo cómodo sobre el escenario, se desenvuelve tímido y nervioso. Coge la guitarra y trata de improvisar un solo, después se quita la chaqueta, deja la guitarra, coge el micrófono y susurra algo imperceptible. Posteriormente cambia de idea y prefiere animar al público, con la mala suerte que se agarra a una farola de atrezzo y acaba cayendo entre el público, que sigue enfervorizado.
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Ya han pasado 37 años de aquel insólito encuentro. Tres de mis artistas favoritos juntos y los tres ya fallecidos.